domingo, 6 de enero de 2013

ALAMBRE SIN RED




El sabor del café en mis labios, el tiempo suspendido, un enorme reloj digital sobre mi cabeza, parpadeando, desgranándose gota a gota en caída libre hacia el siguiente minuto.
La adrenalina, la tensión, la concentración, los auriculares emitiendo voces desde otro plano y la esponja del micrófono desafiando con su quietud amenazadora. De golpe todo se precipita, una luz roja rompe la penumbra del estudio por sorpresa, el cuerpo entra en colapso,  a la vez se empieza a abrir la mente, la ideas fluyen, las palabras se agolpan, estamos en el aire, no hay vuelta atrás, esto marcha, una sonrisa infantil se dibuja en mi cara, ha merecido la pena volver a nacer para estar aquí.



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