jueves, 26 de junio de 2014

COSAS DE ALLÁ


Juan Serna era un tipo solitario y melancólico, y aquella tarde, cansado de recorrer la sierra se detuvo en seco, divisó a lo lejos la silueta afantasmada del viejo molino, la puerta estaba abierta, algo extraño, se acercó andando , de allí salía un viento helado, no era miedoso pero los pelos se le pusieron de punta, tenía una mala vibración recorriéndole los intestinos, acarició con suavidad las crines del caballo, le habló de igual a igual, como despidiéndose, cruzó el umbral de la puerta, preguntó a voces si había alguien, ninguna respuesta ,dentro todo estaba oscuro, avanzó a tientas, y de forma inesperada tropezó con algo y se cayó al suelo, sacó un mechero y se dio cuenta de que el obstáculo era un cadáver, le iluminó el rostro, era él mismo, se quedó inmóvil, quiso gritar y no pudo, quiso llorar y no supo. De esto hace muchos años y hoy la leyenda de Juan Serna sigue transitando por aquí, desde ese día nadie ha vuelto al molino, nadie que lo hay podido contar.