miércoles, 31 de octubre de 2012

VOLVERÁN




Ya no estás aquí, y pienso en los besos de sabor amargo, en las súplicas y los te quiero que no nos consolaron, en la cuadratura iracunda de las caricias forzadas, y  en tus dedos escurriéndose, volando hacia otra mano, hacia otro sexo, hacia otro capricho, hacia otro abismo en el que desfallecer.
Avanza la tinta del cielo estrellado, el ruido espermático de la Vía Láctea sobre el recóndito cementerio de Trasmoz, las sombras acechan, las piedras del castillo se resquebrajan con el hielo del anochecer, una despedida silenciosa, una estatua descifrando el horizonte, hay celdas que ni los gorriones se atreven a pisar. 


jueves, 25 de octubre de 2012

QUIS EVADET



Esta mañana he caminado despacio siguiendo tus pasos, como siempre, como cuando el sol se colgaba del termómetro para calentarme la punta de la nariz y tus gafas y tu cara rotunda me devolvían la puerta cerrada de los días felices de la infancia ,y una mano con el dedo perdido en “Érase una vez una guerra fraticida en España” me sujetaba con firmeza y fragilidad. Así es como empecé a creer en la forma infinita de los héroes, recogiendo chatarra en cualquier basurero, cambiando preciosos relojes por baratijas inservibles, contando chistes, haciendo bromas, cincelando el pelo como quien concluye una obra de arte, y haciendo que todas las aventuras fueran posibles.
Un día lejano el cisne cantó, sin ambages, a palo seco. Y con goteros, con cables, con lágrimas alrededor, demostró por última vez qué bello es vivir.




sábado, 13 de octubre de 2012

OJO POR OJO



Iba caminando despacio, rumiando las múltiples formas de la venganza, oía risas, insultos, un cargamento de vejaciones, había alcanzado el clímax del fracaso, después de muchos años confiando en la idea de que escribir novelas le salvaría, volvieron esas voces y esos ojos del más allá, con sus viejos reproches y sus certezas prehistóricas, las onomatopeyas repetidas de la masa aborregada y su razón cargada de productos de consumo cartesiano, ¡maldita sea!, pensó,  se encerró en una habitación, encendió su ordenador y empezó a teclear, y después de girar el tambor de su revólver y accionar el gatillo, ninguna bala le cruzó el cráneo, así que se dio una segunda oportunidad e inició este capítulo con desesperación, a vida o muerte, no hay más, así es este asunto de la literatura.