sábado, 13 de octubre de 2012

OJO POR OJO



Iba caminando despacio, rumiando las múltiples formas de la venganza, oía risas, insultos, un cargamento de vejaciones, había alcanzado el clímax del fracaso, después de muchos años confiando en la idea de que escribir novelas le salvaría, volvieron esas voces y esos ojos del más allá, con sus viejos reproches y sus certezas prehistóricas, las onomatopeyas repetidas de la masa aborregada y su razón cargada de productos de consumo cartesiano, ¡maldita sea!, pensó,  se encerró en una habitación, encendió su ordenador y empezó a teclear, y después de girar el tambor de su revólver y accionar el gatillo, ninguna bala le cruzó el cráneo, así que se dio una segunda oportunidad e inició este capítulo con desesperación, a vida o muerte, no hay más, así es este asunto de la literatura.



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