martes, 3 de noviembre de 2015

Guiños



Encendí un cigarrillo, la sombra de la farola apagada no disimulaba mi aspecto de enfermo hepático, en la mano llevaba un libro de poemas de Rimbaud, esa era la señal, después de veinte años nos encontraríamos, así habíamos quedado aquella tarde lejana. Acabé por llenar el suelo de colillas, empezó a llover y se me mojó la chupa de cuero, entonces supe que ella no vendría, y me dio rabia, lo habíamos jurado sobre la biblia, eso era amor. Pero sonreí y empecé a bailar, abrí el libro de Rimbaud y pensé que la muerte podría esperar otros veinte años, en definitiva, eso no es nada, ¿no?




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