domingo, 16 de marzo de 2014

TRANVÍAS



Paseábamos por Alfama cogidos de la mano, zigzagueando entre flores, cacharros por el suelo, ropa tendida de cualquier manera y gritos, muchos gritos. Me miraste como el que espera una tabla de salvación o una condena, bajamos hacia una calle empedrada, de fondo el elevador de Santa Justa y Dulce Pontes, en la terraza el calorcito de junio. Pedimos sardinas y bacalao, nada nuevo, también Oporto, pasó un chico joven y guapo y vuestros ojos se enredaron, a la traición también se llega por el desgaste, el tedio, los primeros dolores de la madurez. Pagué, me fui solo, cogí el primer tranvía y llegué al Castillo de San Jorge, me fijé en el estuario del Tajo y me acordé de la Sierra de Albarrracín y de los días azules donde todo estaba por descubrir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario