lunes, 16 de septiembre de 2013

PLUS ULTRA


Andaba por casualidad peleado con mi viejo Volskwagen Polo, misteriosamente perdía un líquido ambarino que me tenía preocupado, aunque ese día todo funcionaba, pero no lo quise forzar, así que decidí detenerlo pasada una valla que flanqueaba la carretera, en un rinconcito lleno de tierra y maleza, el río quedaba cerca, así que creí que la niebla de la mañana era normal, el aspecto del lugar era fantasmagórico, pero como no soy muy dado al miedo caminé sin rumbo y con los ojos bien abiertos, y en un esquina, de improviso, me salió al paso un monolito, pensé que era algo funerario, macabro, y en parte no estaba equivocado, abajo lo certificaba una fecha, 16 de septiembre de 1936, y en una sucesión mareante, nombres y edades, y entonces recordé el cementerio judío de Praga, y un martilleo interior me hizo recitar de memoria campos de concentración nazi, cuando algo se me escapaba tenía esa estúpida manía, ya desde niño, Bergen-Belsen, Buchenwald, Dachau y tantos otros, también pensé con una extraña culpabilidad en la borrachera Gulag, estaba pisando las huellas dactilares de un tiempo tan sangriento como el aspecto de las paredes que me rodeaban, me volví hacia el coche con la urgencia del huaquero, puse en marcha el motor y desparecí en la bruma.

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