viernes, 9 de noviembre de 2012

NOCTURNO DE NAIROBI




Desde mi atalaya en el Safari Club
certifico:
Hay bocinas alertando del peligro,
carreteras surcadas por pesadillas,
ojos hambrientos tirados en las aceras,
una reserva de ángeles negros en extinción,
jirafas en el asfalto
y cuerpos en las esquinas
regalando el perverso veneno del deseo.

Una calma de espanto
recorre la dulce crueldad de Nairobi,
galería de maravillas para miopes,
dólares en la yugular
y espectáculo Masai a precio de saldo.
Babilonia construida sobre rastros de cocodrilo,
arrancada de la tierra
como un feto devastado,
soledad de millones de habitantes,
risa devorada por la muerte,
espejo donde arden las grietas del mundo.

Nairobi es el refugio y el horror,
el elixir y la mandrágora,
la garganta dichosa y el espanto,
el sueño y el insomnio,
el milagro de los panes y los peces.

Desde mi atalaya en el hotel Safari Club
habito tu piel imperfecta
y hurgo en tu vagina
añorando la ebriedad
de la primera vez.



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