sábado, 18 de mayo de 2013

SANGRE DE MI SANGRE



 Nadar mar adentro y no poder salir, un bucle infinito, un eclipse total, una amasijo de vísceras y lágrimas, de química y sonrisas, la balsa de la medusa en eterno retorno. La Hora Violeta, una fascinante pesadilla, un pulso avocado al fracaso, tinta contra tiempo, esperanza contra diagnóstico. La carcoma del cáncer tragando, devorando los mil gestos de un niño, de Pablo, del cachorro… y tú no puedes volver atrás pequeño del Molino, porque la vida ya te empuja como un aullido interminable, no es así José Agustín, ni la Costa Azul, ni el cielo poliédrico de Zaragoza, ni las vías del tren solitarias, ni ese balón de cuero que no llegará a La Romareda  ni al Camp Nou, nada, aunque ojalá Saskatoon sea Comala o algo parecido y allí puedas encontrar a tu padre, un tal Sergio del Molino, y puedas llenarte de sueños y darle vuelo a tus ilusiones. Para Cris, para tu madre, la belleza y el poder sobrecogedor, telúrico, de sus manos en tu recuerdo, acunando cada día un trocito de médula donde nunca habitará el olvido, y nadar mar adentro y no querer salir.




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