Hacía tres meses que nos encontrábamos en la biblioteca a la misma hora, las diez de la mañana, y el mismo día de la semana, miércoles, y en el mismo anaquel, libros de autor, y en el mismo escritor, Chesterton, así hasta hoy. Es miércoles, son las diez y no hay nadie, llego hasta Chesterton, veo que hay una nota en nuestro punto de encuentro, me pongo nervioso. ¿Será una declaración de amor?, recuerdo sus piernas larguísimas, sus ojos dorados, su perfume hipnótico, desdoblo el papel, escrita a mano, no me esperaba otra cosa, leo despacio intentando descifrar ese mundo breve que nos une, y pone ¡date la vuelta!, me giro y la veo apuntándome con un revólver, los labios carnosos, el pelo cobrizo y rizado, la belleza que duele, es miércoles, son las diez, continuará.
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