El sol se iba desentendiendo de todo, habíamos cruzado un saludo en la librería Rocamadour, su americana manchada y mis medias rotas, le dije que me interesaba aprender como sería la cosa del amor, después bebimos y bailamos, al final una pequeña descarga entre mis piernas, un calambre furioso, nada. Volvimos a separarnos, sentí su lengua explorando con ternura los rincones perforados por la viruela en mi cara, un susurro, una despedida como tantas, entonces pensé que era hora de volver con mi marido y mis hijos .Mañana otra vez al acecho, el mismo punto de encuentro, la misma y desesperada búsqueda.
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