viernes, 11 de octubre de 2013

LOBOTOMÍA PARA ROMÁNTICOS


Poco a poco fue llegando del exterior el estrépito, la bronca, el bullicio, y se sintió como pez en el agua, aunque sufrió por estar literalmente relegado a un protocolo de cerrojos, insultos y miedo, pero con determinación alcanzó esos cuatro barrotes oxidados y en vez de entristecerse, ¡fue para pasmarse!, rió con rabia, había recorrido el espacio invariable entre la perdición y el whisky doble, y entonces, sintió que algo le oprimía el corazón, supo que todo se iba al garete, escuchó la voz de su hijo y se puso a temblar, estaba cansado, ni siquiera derramó una lágrima, no era su costumbre, después afiló su cuchillo y esperó la última oportunidad.



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