Ahí la cosa se puso difícil, coja un número y espere, y espere, y espere, el movimiento pendular de los autómatas, auténtica literatura caníbal, no cuesta imaginar esa antrofagia mañanera, la guillotina del INAEM, ya tiene su preciosa tarjeta, nueva, reluciente, con olor a tinta fresca, un lujo para los sentidos, pero por auténtica mala suerte al cogerla sentí un fuerte pinchazo, y el dolor era tan agudo que quise llorar, maldije mi adicción al fracaso, miré alrededor y la cosa no mejoraba, salí a la calle y al ver a un tipo encorbatado pensé, tú puedes ser el próximo, por si acaso sonríe.
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